Llevo diseñando desde que tengo memoria, con tres años lo llamaban experimentación con herramientas peligrosas, que se encargaron de poner en estantes más altos. A los cinco imaginé un cuento y lo fabriqué con un tambor de jabón, con nueve optimizé el proceso de hacer tirachinas en cadena, con doce lijé los mangos de unas tijeras de podar porque no me parecían cómodas… Con treinta sigo con las manos sucias por la práctica porque “en teoría funciona hasta el comunismo””